El miedo al cambio

Es curioso, pero tengo la sensación de que el miedo a ser excluido o expulsado de un grupo social es mayor al miedo a abandonar de manera libre un grupo social, enfrentándose de manera voluntaria a lo desconocido. Quizás tenga que ver con la aceptación social, que buscamos de manera casi inconsciente, impulsados por nuestra genética de "ser social". O quizás tenga que ver con la propia voluntad personal de afrontar un nuevo horizonte en vez de la obligación o la imposición por descarte.

Sea como sea, me parece que el miedo a romper las convenciones sociales, admitidas de manera general y casi nunca cuestionadas, es una losa que nos impide evolucionar como sociedad. Cualquier modelo que se sale de las normas nos parece rompedor, por pequeño que sea el cambio: relaciones polígamas, sociedades horizontales, modelos productivos de pirámide invertida, autoconsumo...


Y, sin embargo, el ser humano está diseñado para plantearse el estado de las cosas y buscar continuamente la metamorfosis. La transformación, la evolución, la vuelta de tuerca, el nuevo punto de vista. El cambio, a fin de cuentas. Pero cuando ese cambio implica la posibilidad de ser rechazado por su núcleo de personas más cercanas (ya sea esta cercanía a nivel físico, de distancia, o a nivel emocional, afectivo) muchas veces se ve relegado al ostracismo. 

¿Es miedo a ser juzgado? ¿Es vergüenza a ser rechazado? Sea como sea, la sociedad nos impone unos cánones que cuesta mucho romper. Por eso los cambios sociales o se imponen de manera radical o es un camino que cuesta años, décadas o siglos recorrer. Cada cambio estructural es una muralla que, si no se puede derribar, entonces se intenta escalar y superar de la manera que sea. Pero los que están sobre la muralla se defienden. El miedo al cambio es demasiado fuerte como para dejar pasar al enemigo.


Y ahí está una de las grandes contradicciones del ser humano. Los visionarios que lucharon a contracorriente de la manera de pensar imperante en su tiempo fueron muy valientes. Defender que la Tierra giraba alrededor del Sol y que el Hombre provenía del mono fueron afirmaciones polémicas y ridiculizadas. Hace pocos años incluso las teorías de la Escuela de Chicago eran ridiculizadas y mira dónde estamos ahora. Eso demuestra que, pese a la resistencia inicial, la Humanidad es capaz de cambiar, avanzar, transformase, evolucionar.

No hay que que perder la esperanza. Hay que perseverar, sí. Y hay que mantenerse firme en las creencias de uno mismo, sí. Aunque a los demás no les guste. Aunque los demás te ridiculicen. Porque la realidad no es sino un prisma que refracta la luz en una infinidad de verdades.


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