Los libros de la vida

Todo el que me conoce sabe que siempre he leído mucho. Aún intento hacerlo. Los libros son puertas abiertas en la historia y en la imaginación que nos transportan, nos enseñan, nos educan y nos hacen crecer. Pero tal vez los mejores libros sean aquellos que nos hacen sentir.

Me gusta pensar en al vida como un gran libro. Nacemos, blancos, vacíos, sin líneas. Y cada nuevo paso que damos es un nuevo renglón. Vamos llenando página tras página de conocimientos, experiencias, ilusiones, esperanzas, sueños, ensayos, estudios, experimentos...


Algunas páginas están llenas de errores, de tachaduras. Otras están emborronadas, llenas hasta las esquinas. Otras son limpias, claras, ordenadas. Unas tienen notas al pie o al borde de la página. Otras están subrayadas o coloreadas. Podemos cambiar de caligrafía, de color de bolígrafo, usar rotuladores, lapiceros, ceras o pluma. Cada página del libro de nuestra vida es única, diferente a las demás y distanta a las del libro de cualquier otra persona.

Las páginas del libro de nuestra vida también se pueden perder. O arrancar, o quemar. O cubrir con tinta china. Lo que no quita que ya hubiera sido escrita. Algunas páginas deben leerse en diagonal para no perderse en el camino. Otras hay que pararse a releerlas con tranquilidad y detalle.


Pero no somos sólo nosotros los que escribimos en ese libro. A veces otra persona toma prestado nuestro bolígrafo y escribe en nuestras páginas. A veces únicamente escribe simples anotaciones, apuntes, notas intercaladas. Pero otras veces llena páginas y páginas con su caligrafía, tan diferente de la nuestra, que es posible que la lleguemos a copiar.

Como todos los libros, nuestra vida tiene un final. No siempre podemos elegir el que queremos darle. Pero lo importante y lo bonito de un libro es el mensaje que esconde. El significado que se oculta bajo la sinopsis, que se cubre con la tapa y que se lee entre líneas. Y eso sí que puedes escogerlo.

 

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