Problemas y matemáticas

Hay dos cosas en la vida que son absolutamente relativas: el tiempo y los problemas.

El tiempo, por una parte, es una unidad medible, una magnitud física que nos sirve para dividir y calcular nuestras actividades diarias: dormir, comer, trabajar, hacer deporte... Sin embargo, su percepción es completamente subjetiva. Si es bueno, pasa deprisa. Si es malo, pasa muy lento...


Los problemas, por otra parte, no son sino circunstancias que nos surgen en la vida y que nos complican lo que queremos conseguir. Son piedras en el camino, situaciones que debemos resolver para alcanzar nuestras metas. Y ahí, en función de la importancia de nuestros objetivos, nuestra situación y nuestra forma de entender la vida, los hace igualmente relativos.


Sin embargo, también se pueden enfocar desde un punto matemático. Las matemáticas son un instrumento para resolver problemas, muchas veces usando símplemente la lógica. Y la lógica nos dice que sólo existen tres tipos de problemas: los que no tienen solución (o imposibles), los que tienen una solución única (o determinados) y los que tienen infinitas soluciones (o indeterminados).

Trasladando las matemáticas a los problemas de nuestra vida, podemos hacer la misma analógia: existen problemas sin solución (como la muerte), problemas con una única solución (como una amputación en caso de accidente o herida) o problemas con infinitas soluciones (como la vida).

En la vida, los problemas con ninguna o una única solución son los menos. Prácticamente la totalidad de los problemas a los que nos enfrentamos tienen infinitas soluciones. Aunque, en realidad, los problemas de la vida no tienen infinitas soluciones, solo muchas, muchísimas. Tantas como podamos imaginarnos. Se podría decir que existe una solución por cada persona que existe en el mundo, porque cada cual llegaría a una solución diferente.


Por tanto, los problemas son relativos. Los problemas de cada persona son diferentes y los sentirá de manera distinta a los demás. Por eso no debemos juzgarlos. No debemos quitarle importancia a los problemas de los demás, porque son los que su vida y sus circunstancias les han creado. A donde quiero llegar es a que, sea cual sea el problema, lo más seguro es que tenga infinitas soluciones y, por tanto, no debería preocuparnos. Lo que nos preocupa es encontrar una "buena" solución.

Pero eso ya es tema de otro tipo de reflexiones. Las matemáticas nunca entendieron de "bueno" y "malo".

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