Privilegiados

Somos unos privilegiados. Tú y yo. Tú que lees esto a través de internet, que tienes un móvil o un ordenador para leer esta entrada. Yo que escribo en el teclado de mi ordenador y puedo editar esta entrada desde mi móvil con 4G. Somos unos privilegiados que tenemos acceso a internet, electricidad, calefacción, agua corriente y alimentos en un supermercado. Nosotros, privilegiados, podemos pensar en otras cosas que no sean sobrevivir.

El estrato inferior de la humanidad es aquel cuyos pensamientos y preocupaciones se centran en su supervivencia: un techo, algo de pan, un trabajo. Da igual lo malo que sea el trabajo. Da igual lo horrible que sea el techo, ya sea una chabola o un simple puente que resguarde de la lluvia. El pan es casi secundario, un simple medio para poder levantarse e ir al día siguiente a trabajar. O a buscar trabajo. Ese alimento será lo que esté al alcance, no importa su valor energético, no importa su calidad, no importa su origen. Lo único que importa es que llene el estómago y seguir sobreviviendo.


Un escalón por encima de este escalón está la gente que ha conseguido un trabajo que les permite prosperar un poco. Sus preocupaciones van un poco más allá de la simple supervivencia y se centran en el progreso: un techo mejor, una comida mejor, un trabajo mejor, una ropa mejor, un transporte mejor. Sí, incluso un vehículo se podrían llegar a permitir. Sus pensamientos van encaminados a la mejora. Pasar de la chabola al piso de treinta metros cuadrados. Comer carne y pescado. Tener algo de tiempo libre que invertir en ocio.

Pero nosotros somos unos privilegiados. Vivimos en una sociedad donde las necesidades básicas están cubiertas. ¿Qué nos queda entonces a nosotros para preocuparnos? Pues el medio ambiente, la explotación agrícola y ganadera, la corrupción, la malversación, la especulación. Cuando no tenemos que preocuparnos de qué comer porque tenemos una nevera con alimentos, qué vestir porque tenemos un armario lleno de ropa, qué beber porque abrimos el grifo y tenemos agua... nuestras inquietudes se dirigen hacia otros ámbitos, como la igualdad, la justicia, la ley, la riqueza, el capitalismo...


Así que eso es lo que nos diferencia de los no privilegiados. No sólo el tener acceso a un sistema que nos provee y satisface todas nuestras necesidades, sino también el tener tiempo para pensar en cómo mejorar el mundo.
Porque cuando lo único que te preocupa es cómo sobrevivir mañana te aseguro que ni siquiera piensas en la política, la justicia ni el medio ambiente. Porque tu imaginación no puede ir más allá.

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