Futbolizando la política

El domingo volvía de viaje en coche con un colega que me dejó una de esas perlas de sabiduría que surgen de las conversaciones más banales: debatimos de fútbol como si fuera política y de política como si fuera fútbol.

Mucho se escucha últimamente en las tertulias sobre la politización del deporte, de usar el deporte como una platforma a través de la cual expresar nuestras ideas, convicciones y principios. ¿Es ético que un futbolista, con millones de seguidores en todo el mundo, hable de su ideología? ¿Acaso no es una persona? Pero ese no es el debate al que me refiero.


Debatimos de fútbol como si fuera política. Como si nos fuera la vida en ello e influyera en el futuro de nuestros hijos, analizando hasta el más mínimo detalle de los gestos, las palabras, los peinados y la manera de vestir de los futbolistas. Tenemos cientos de cámaras grabando cada segundo de partido desde 10 ángulos diferentes y miles de becarios analizando cada dato y estadística que se pueda exprimir. Tenemos grandes expertos que debaten durante horas sobre qué o quién es mejor, sobre qué aspectos se pueden mejorar, a quién hay que fichar o a qué hay que jugar.

¿Os imagináis si en vez de fútbol habláramos de política? ¿Que analizáramos todos los movimientos de los políticos con tanto ahínco? ¿Que tuviéramos cientos de personas grabando y analizando cada uno de los datos? ¿Que hubiera debates políticos sobre qué se puede mejorar y cómo hacerlo?


Tristemente, debatimos de política como si fuera fútbol. Somos de un equipo y lo somos toda la vida, no importa que gane o que pierda, que cambien los jugadores o el entrenador. Somos fieles a nuestros colores: azul, rojo, verde, naranja, morado... Tenemos gallineros donde los tertulianos van a insultarse y a decirse "y tú más, y tú antes, y tú tonto" y a decir "a ti te financia Venezuela y tu partido es corrupto". Maruhenda e Inda no tienen nada que envidar al Chiringuito de Jugones. No nos interesa informarnos sino leer titulares impactantes, polémica y hacer comparaciones superficiales de quién tiene más méritos para llevarse el premio final.

Y así nos va.

 

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