Teletrabajo

Si algo bueno hemos sacado estos meses de encierro en casa ha sido avanzar en alcanzar el derecho al teletrabajo, un derecho que ni siquiera estaba regulado ni recogido en nuestra legislación, y que eran pocas empresas ofrecían como medida, normalmente, de conciliación laboral.


El teletrabajo, espero, ha llegado para quedarse. Las empresas y los trabajadores se han dado cuenta que, cuando se puede aplicar, es beneficioso para ambas partes. Unos ahorran en costes fijos, en pago de transporte o dietas. Otros ganan en calidad de vida, en tiempo libre, en ahorro de costes de transporte o comidas fuera. Se mire como se mire, es un win-win.

Aún así, sigue siendo una situación nueva, un derecho nuevo, algo poco consolidado que puede darse de bruces por la estrechez de miras del absurdo presencialismo que impregna la mentalidad de muchos empleadores. El que es un vago y no hace nada lo es en su casa y lo es en la oficina, eso está demostrado. Y el teletrabajo ha de ser un derecho y nunca una obligación, quien no tenga condiciones adecuadas para trabajar en su casa no debería hacerlo.


¿Cómo podemos consolidar este nuevo derecho en nuestras vidas? Es sencillo, y basta con solicitarlo en cada nueva búsqueda de trabajo. Que las empresas entiendan que es un valor añadido, que es algo que las personas buscan y valoran, que aporta flexibilidad y ayuda a la conciliación, que ahorra costes y que aumenta la satisfacción y productividad de los trabajadores.

Si el teletrabajo ha llegado para quedarse, pidámoslo, exijámoslo, solicitémoslo. Es la manera de que arraigue. No retrocedamos en derechos que tanto tiempo hemos tardado en conseguir.



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