Diferencias

Viajar y leer son dos de las experiencias más enriquecedoras que hay, ya que te abren las puertas de otros mundos, otras realidades, desconocidos hasta el momento. Te permiten vivir experiencias nuevas, descubrir costumbres ajenas y aprender de los demás. Y aprender es comprender.

Basta con mirar con la ventana para discernir las diferencias entre las personas. Puedes ver quién es pobre y quién es rico. Quién puede compararse buena ropa, un buen coche, un buen móvil y una (o varias) buenas casas, y quién no tiene ni para comprarse unas gafas nuevas. Hay personas que gastan en un solo día lo que una familia tarda en ganar solo un mes. Hay gente con casas vacías que otras familias ni siquiera pueden permitirse el lujo de pensar en tener un modo de acceder a ellas. Hay personas que se matan a trabajar y trabajar para poder progresar, para que sus hijos puedan acceder a unas condiciones de vida mejores que las suyas. Sus sueños son pequeños comparados con los sueños de los pudientes.



Pero cuando viajas, las diferencia se acentúan. El dinero que gastas en un día puede valer a una familia para vivir todo un mes. Vives en un piso de alquiler al que otras gentes ni siquiera se pueden permitir el lujo de pensar poder pagar. Ves a personas que no tienen absolutamente nada más allá de sus harapos y unos cacharros de cocina. Y esas personas se matan a trabajar y trabajar para poder progresar, para poder salir de una situación de vida indigna. Sus sueños son pequeños comparados con los nuestros, ya que solo desean llegar a un país más rico que el suyo y trabajar, ganarse la vida, poder comprarse un reloj, un móvil, un coche, una casa. Y volver a sus países de origen como ejemplos de éxito.

Así son las diferencias, y cuanto más viajas, más se acentúan. Hay gente que vive de la caridad y una sonrisa y que solo desea trabajar honradamente. Y hay gente que nunca está satisfecha con lo que tiene, porque nunca se ha visto en la tesitura de no tener nada.



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