El infinito

Muchas veces le doy vuelta al significado de las cosas. Cuando leo, cuando escucho la radio, cuando veo la televisión... escuchas ciertas palabras que se quedan ahí, retenidas, buscando darles un significado.

Una de esas palabras es infinito. Un concepto difícilmente explicable, porque es difícilmente entendible. ¿Qué es el infinito? ¿Hay algo realmente infinito?


Infinito es algo que no tiene fin. Pero (casi) todo es medible, en mayor o menor medida: el número de gotas de agua del mar, el número de partículas de polvo estelar, la distancia a la estrella más lejana, el número de hormigas del planeta, el número de hojas de todos los árboles de la selva amazónica, el número de granos de arena de una playa... aunque sean cantidades tan enormes que dejen de tener sentido, ahí están. Las matemáticas no fallan. Es un número inmenso que puede expresarse mediante cifras.

Para mí, el concepto de infinito está ligado a nuestra capacidad para comprender las magnitudes de algo finito, pero ilimitadamente grande. Somos capaces de imaginar la vida hace 2000 años, pero no hace 20 millones de años. Somos capaces de imaginar la distancia de la Tierra al Sol, pero no la distancia de la Tierra a Próxima Centauri. Somos capaces de entender cuánto son 50GB de porno, pero no la cantidad de porno que hay en internet. Somos capaces de imaginar cuántos libros hay una biblioteca, pero no cuántos libros se han escrito a lo largo de la Historia.


Si empezamos a contar algo de uno en uno, y muriéramos antes de alcanzar el número en cuestión, ya podríamos considerarlo infinito, porque nuestra pobre comprensión de la inmensidad del universo está limitada a nuestro tiempo de existencia. Si no puedes contarlo en una vida, sobrepasa los límites de la finitud.

Quizás lo único realmente infinito que exista es el tiempo. No se puede medir. Ni siquiera sabemos cuándo empezó. Tampoco sabemos si acabará alguna vez. Y eso verdaderamente escapa a nuestro entendimiento y a nuestras matemáticas.


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