Historia de un demente

Historia de un demente

No sé cómo me siento,

Doctor, esta mañana.

Me he levantado pronto,

Como si no pasara nada.

Pero algo le pasa, doctor,

Algo le pasa a mi casa:

¡Hay sangre por todas partes

Y el tejado está en llamas!

Ya he parado de llorar

Y el buen doctor se ha ido.

Estoy perdiendo la chaveta

Y todo pierde el sentido.

Eso es, al menos,

Lo que se cree este tío,

Cada vez que veo su cara

Me pongo a llorar pero río.

La verdad, no estoy loco,

Pero pienso en cosas raras,

Como en arrancar ojos

Y en cabezas cortadas,

En miembros cercenados

Y en carne quemada

(Dulce barbacoa

Del sábado por la mañana).

Pero eso, sin duda,

Me está matando.

Me siento cada vez más vacío,

Mi obsesión está aumentando.

No sé cómo me siento,

Pero no puedo pararlo,

Al buen e ingenuo doctor

Voy a tener que matarlo.

Lo peor de todo ésto

Es que ya nada me llena

Y por eso estoy encerrado

En esta asquerosa celda.

Ni la sangre ni los gritos

Son ahora lo que eran

Y odio no disfrutar

De mi dulce, loca faena.

Al final acabo dormido

Sobre el frío suelo

Sabiendo que no hay

Para mí ningún consuelo,

Sabiendo que estoy vivo

Pero muriendo por dentro.

No sé cómo me siento,

Doctor, tiemblan mis manos.

Me siento como una manzana

Podrida y con gusanos,

Me siento como un niño

Al que su padre ha violado

Y se siente tan cobarde

Que ni siquiera se ha suicidado.

Pero yo sigo vivo, doctor,

Siento pesar al vivir

Y necesito un incentivo,

Necesito verle morir.

Y mientras muere en mis manos

No piense mal de mí,

Sólo necesito su muerte

Para volver a sonreír.

Me han golpeado

Y me han roto algunos huesos

Pero no me han tocado

La locura ni los sesos.

Un escalofrío nervioso

Me recorre todos los dedos

Cuando la juez decreta

Enfermo mental y no preso.

No sé cómo me siento,

Doctor, esta mañana.

Me privan mi libertad

Porque mi mente no está sana

Y me arrancan las uñas

Cada fin de semana.

Pero ya no veo sangre, doctor,

Solo veo cenizas.

Ahora solo deseo disfrutar

De la nieve y de la brisa,

De cocinar barbacoas

Y de correr muy deprisa.

El doctor se marcha, satisfecho,

Y yo desvelo una sonrisa.

S.C.D.