Hecha la ley, hecha la trampa

¿Por qué vivimos en sociedad? Siempre he oído que el ser humano es un animal social, pero... ¿a qué llamamos ser social? Entiendo que haya seres humanos que deseen y disfruten de vivir en sociedad, compartiendo espacio y tiempo con sus semejantes, pero también hay que pensar que hay seres humanos que no lo desean y otros que no están preparados para ello. Vivimos en sociedad aunque muchos de nosotros no desee hacerlo.


¿Cómo funciona una sociedad? Al final consiste en aplicar unas normas de obligado cumplimiento para todos y una serie de recomendaciones de comportamiento para mejorar la convivencia de todos. ¿Pero quién decide dichas normas y recomendaciones? ¿Quién tiene la autoridad moral para decidir qué es lo mejor para todos? ¿Quién decide cómo debemos vivir? En las sociedades primitivas existía un consejo de ancianos, las personas más experimentadas del clan simplemente por el hecho de que habían vivido más tiempo que los demás. Todos los escuchaban y obedecían. La experiencia era lo más importante, porque el ser humano (y muchos otros animales) aprende a base de errores. Al final, todos tomamos nuestras decisiones basándonos en nuestra intuición y en nuestra experiencia previa.

En la sociedad de hoy en día, vivimos según unas leyes. Unas leyes redactadas y aprobadas por unas personas que se hacen llamar representantes del pueblo. ¿Quién decidió que nuestra sociedad debía regirse según ese sistema de representación? ¿Quienes redactaron un manuscrito en el que se recogieron las principales normas de la futura sociedad española? ¿Por qué ellos, y no otros? ¿Quienes los eligieron? ¿Estamos seguros de que tomaron las mejores decisiones para el conjunto de la sociedad? ¿De qué sirve estar muy orgulloso de tener una Constitución, si está completamente desfasada y obsoleta, y es violada continuamente por los poderosos?

Hecha la ley, hecha la trampa. Y no hay más que hablar. Los señores que redactaron eso que hoy solo sirve para nombrarse en voz baja hicieron trampas. Trampas de las que solo ellos pueden escapar. Leyes que les permiten robar e irse de rositas, leyes que les permiten malgastar y salir impunes, leyes que les permiten estafar y recibir amnistías, leyes que les permiten cometer delitos y resultar absueltos. Leyes que les permiten perpetuarse el poder indefinidamente y seguir haciendo leyes y trampas.

Han dictado leyes, o más bien trampas, que nos impiden actuar contra ellos. Se han blindado de manera que la mierda no les pueda salpicar. ¿Qué podemos hacer por el pueblo para que esté contento? Los políticos son vendedores de ilusiones. Nos han vendido la ilusión de poder de elección: un voto cada cuatro años. Nos han vendido la ilusión de que nuestra opinión cuenta: limitada libertad a la libre agrupación. Nos han vendido la ilusión de que interpretan nuestra voluntad: restringida permisividad de manifestación. Mientras, ellos siguen en sus palacios de oro robando el dinero que nos obligan a pagar y violando las mismas leyes que nos obligan a cumplir.

Nosotros, seres humanos, aprendemos de nuestros errores. Y creo que casi todos pensarán que es un error darle tanto poder a personas tan irresponsables e irrespetuosas con los demás. Ahora bien, ¿qué podemos hacer? ¿Resistencia pacífica? ¿Desobediencia civil? ¿Revueltas, caos y anarquía? A la mínima que protestes sacan a los perros. Los mercaderes de ilusiones quieren un rebaño bien domesticado. Unas ovejas sumisas y calladas que acepten todo lo que les caiga. Que no se quejen al ser esquiladas todos los años. Que no se quejen cada vez que se les acerque la tijera. Que no se quejen cuando las ordeñen, las muerdan, las golpeen o las viole el tonto del pueblo.


Eso somos, ovejas. Y si te apartas del rebaño, te mandan al perro pastor. Solo que en nuestra sociedad, el perro lleva porra y pistola. El medio de control más efectivo sigue y seguirá siendo el miedo. Crear miedo a la desobediencia debería estar penado por la ley. Eso es, ni más ni menos, abuso de poder. Amenazar al ciudadano con multas, penas de cárcel, golpes o torturas debería ser ilegal. Pero, lejos de eso, resulta que es algo muy legal. Desobedecer es legítimo (en algunos casos) aunque ilegal pero amenazar es ilegítimo pero legal.


¿Y ésto por qué es así? Porque las personas que hacen las leyes solo quieren seguir haciendo trampas y apuntando con el arma del miedo sobre las cabezas de cada uno de nosotros. Quieren que seamos un rebaño armónico y melodioso, donde nuestros balidos sean de obediencia y nuestras heces sean de oro. Y si tienen que sacrificar a alguno de nosotros para obtener más beneficios, lo harán. No lo dudes. No son leyes, son trampas. Por eso ellos se sienten tan felices y seguros en sus sillones, porque saben que no todos somos iguales ante la ley. La Justicia no existe, es solo otra ilusión que nos han vendido. La Justicia es una mujer con una venda en los ojos, tapones en los oídos, nudos en la garganta, esposas en las muñecas y como única prenda lleva el semen de cientos de hombres que la han violado una y otra vez.


¿De verdad vale la pena vivir en sociedad? Da igual lo que pienses, ellos ya han hecho trampas para que no puedas decidir por ti mismo.




Comentarios

Entradas populares