¿Por qué sufrir?
Las personas que me conozcan sabrán que una de las cosas que menos me gusta en la vida es sufrir. Sufrir emocional o físicamente. Es algo que no tolero bien, que no soporto, que me pone triste, irascible, negativo o iracundo (o una combinación de ellas). Hago cualquier cosa por evitar el sufrimiento, ya sea tomarme una pastilla analgésica, aislarme entre mis lecturas, pedir tres opiniones médicas diferentes o renunciar a determinadas relaciones. En este caso, el fin justifica mis medios.
Aún así, es inevitable sufrir en algún momento, o soportar determinados momentos de sufrimiento. Eso me lleva a pensar ¿por qué aguantar el sufrimiento? Y no solo el sufrimiento. ¿Por qué aguantamos el dolor, la humillación, la vejación, la vergüenza, el desprecio, la deshonra?
La primera respuesta que me viene a la cabeza es: porque esperamos una recompensa futura. Soportamos un sufrimiento, un dolor, una humillación, a la expectativa de que después obtendremos un premio, ya sea en forma de cariño, de tranquilidad o de dinero. Soportamos gritos, desvelos, insultos... lo que haga falta, si la recompensa lo merece.
Hablando de dinero, esa es otra de las variables a tener en cuenta. ¿Cuánto vale tu dignidad? Está dicho que todos tenemos un precio. Podemos sufrir lo más terrible a cambio de un monto. Pégame, escúpeme, insúltame, humíllame, arráncame la piel. Pero págame justamente por ello, ya veré cómo lo gestiono después. Es otra forma de recompensa, sin duda.
Y, curiosamente, hablando de nuevo de dinero, pienso que la mayoría de las veces soportamos el sufrimiento porque estamos obligados a ello. Obligados económicamente, me refiero. Un ejemplo claro son las relaciones tóxicas, o las relaciones de maltrato. Tanto en el ámbito personal como en el laboral. Es siempre el miembro más débil de la relación el que lleva las de perder, se lleva todo el dolor, sufrimiento y vejación, porque no puede renunciar a ello. Económicamente no se lo puede permitir, ya sea porque hay gente que depende de él (o ella) o porque no tiene independencia económica (la esclavitud encubierta de las mujeres a lo largo de la Historia es un ejemplo).
¿Estamos obligados a sufrir? ¿A soportar dolor? ¿A soportar injurias y desprecios? ¿Dónde queda nuestra dignidad y nuestro amor propio? Creo que tenemos que avanzar mucho como sociedad y romper con la forma de pensar tradicional, que nos lleva a creer que este es un mundo de lágrimas y que todo sufrimiento valdrá la pena a cambio de una vida futura en el paraíso. Ya no creemos en el paraíso, pero sigue fuertemente aferrada a nuestras creencias la idea de la recompensa futura a cambio del sufrimiento presente. A pesar de que, cada vez, la recompensa valga menos la pena.
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