No será por falta de ganas
No será por falta de ganas el no haber escrito ni publicado prácticamente nada durante este año 2024. No será por falta de ganas ni por falta de motivos. Motivos han sobrado, y muchos. Ganas ha habido bastantes. Lo que no he encontrado ha sido momentos, ni tampoco razones para no echar más leña al fuego, más productos al caldo de cultivo del odio y la rabia y la desesperanza que ha pululado libremente por todo 2024. Más guerras, más muertes, más racismo, más nacionalismo, más odio al extraño, más insulto al que piensa diferente. No tenía nada que aportar al debate, ya estéril. No tenía nada que pudiera apaciguar el asunto. Nada que ayudara a rebajar la tensión. Nada que sirviera para hacer de esta vida un lugar mejor. Nada que, simplemente, calmara los ánimos.
Con los nervios a punto de estallar, quizás lo que acabe estallando sea el mundo. Quizás lo que acabe por deshacerse sea la tierra, o la memoria, o la sociedad misma. Está tan resquebrajada que cualquier forcejeo la terminará de partir en dos, como una bola de plástico repleta de grietas. El fallo catastrófico está al caer. ¿Dónde están el pegamento, la reparación, la soldadura, el temple? Se han arrinconado al fondo de un cajón, porque en esta sociedad nada debe ser reparado, sino desechado y construido y consumido y destruido de nuevo. En eso consiste el sistema. No vale la pena arreglar, reconstruir, remendar o restaurar, sino tirar y tirar y tirar y consumir y consumir y consumir. ¿Por qué el aspecto político o social iba a ser diferente?
Hacia eso vamos. Hacia el final. Solo tengo esperanza en que, como todo sistema que llega a un punto de insostenibilidad mantenido, colapse sobre sí mismo y de él resurja algo diferente. Diferente, que no nuevo. Y ni siquiera muy diferente. Nuestra Historia nos ha enseñado que, como sociedad, hemos evolucionado muy poco en miles de años. Seguimos con las mismas estructuras de poder, los mismos roles, las mismas divisiones del trabajo y el descanso, las mismas relaciones y problemas humanos. No por ello no podemos hacer de ello algo mejor. Bastaría con apartar a un lado, un rato, unos cientos de años apenas, el rencor, la rabia, la inquina, la animadversión y el desprecio, y simplemente abrazar el afecto, el cariño y la amistad hacia todos los demás.
Nos merecemos extinguirnos. Más que el año pasado. Menos que el año siguiente. No será por falta de ganas.
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