La paz no es suficiente por sí misma

Reflexionaba estos días sobre la situación política. No la nuestra, sino la del mundo. Me surgen ideas, paralelismos con épocas anteriores. El olvido siempre está a la vuelta de la esquina. La indulgencia y la condescendencia se han extendido por la mentalidad occidental europea.

Quizás el estado natural del ser humano sea la violencia. El exceso, la expansión, la furia, el odio, el ensañamiento. O simplemente la envida y el deseo de expandirse. O de perpetuarse. Quizás seamos en el fondo mucho más animales, mucho más instintivos, mucho más genéticos de lo que creemos. Quizás la sociedad que hemos creado, el lenguaje, la cultura, la política... no sean más que una excusa para justificar la violencia.


Me parece que las culturas que evitan la violencia caen en la decadencia. Aunque no soy sociólogo ni historiador y seguro que estoy diciendo una tontería. Pero una sociedad que no ejerce la violencia, la guerra, la lucha contra el otro, parece que acaba por debilitarse y sentirse bajo una eterna amenaza. Quizás por eso el Estado siempre se reserva el uso exclusivo de la violencia y la ejerce de manera quirúrgica, para no desprenderse por completo de ella. Quizás por eso los EEUU están continuamente haciendo la guerra, porque les hace sentirse fuertes y preparados ante las amenazas. Quizás, como digo, solo estoy diciendo tonterías.

Es curioso que la paz sea un estado que siempre necesite justificarse, como si la paz no fuera suficiente por sí misma, como si la guerra fuera un estado más atractivo. Que para algunos lo es, a pesar de todo lo que causa.


Y es curioso que la democracia sea una forma de gobierno que siempre necesite defenderse y argumentarse, por encima de otras alternativas. Parece que siempre haya que justificar que la democracia es mejor que una dictadura, aunque una dictadura sea siempre tan atractivamente fácil. Es tan fácil dejar que otros elijan, que otros decidan, que otros ordenen. Es tan fácil eludir nuestras responsabilidades y decir "yo no podía hacer nada". Es la comodidad de delegar siempre en el otro, no ya a nivel político o ideológico, sino a nivel social y cultural. Es la facilidad de no tomar decisiones ni elecciones vitales.

Reflexionaba estos días sobre la situación política, repito, y veo paralelismos con épocas anteriores. La crisis económica y la guerra asolan el planeta, las migraciones cambian el estado de las cosas. Los partidos de extrema derecha vuelven a surgir dando soluciones cortoplacistas al miedo de la gente, que ya tiene poco (económicamente) que perder. La comodidad de no tener que tomar decisiones difíciles es demasiado atractiva para dejarla pasar de nuevo, que sean otros los que decidan qué hacer con un problema humano que siempre es éticamente contradictorio afrontar.

Es curioso que en el Estado de Derecho una persona sea inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero que la inocencia y la bondad de la paz y la democracia sean puestas en duda constantemente. Quizás el estado que prefiere el ser humano no sea el Estado de Derecho, sino el Estado sin derechos. O quizás nuestro instinto de supervivencia sea más violento de lo que imaginamos.


Comentarios

Entradas populares