Un proyecto común

Esta misma semana hablaba con una amiga mía. O más bien con la ex-mujer de un amigo mío. El amigo voló como voló de su ex-mujer. Yo a día de hoy me sigo hablando con ella, no con él. Ahora él es un ex-amigo.

Bueno, esta misma semana hablaba con una amiga mía. Y me comentó que en un momento dado de su relación con su ex-marido y mi ex-amigo, pensaron que el siguiente paso lógico era iniciar un "proyecto común".


¿Y qué hicieron? Tener un hijo, claro.

A mí cuando me hablan de "proyecto común" pienso en tener un huerto, apuntarme a clases de baile o iniciar, por qué no, un negocio conjunto. O incluso adoptar un perro. Eso me parece que son proyectos comunes razonables.

Aquí entro en mi propio mundo de contradicciones y pienso que tener un hijo me resulta una de las decisiones y actos más egoístas del ser humano. Y no contentos con ello, podemos llamarlo "proyecto común". Hasta que deja de ser un proyecto y deja de ser común. Como ha sido en este caso particular al que me refiero.

Me decía mi amiga que su relación con su ex-marido y mi ex-amigo era genial hasta que nació su hijo. Que, de pronto, algo (o todo) cambió. Tener un hijo te cambia radicalmente las condiciones de vida. Pasas a dedicarle todo tu tiempo, fuerza y ganas a otro ser. Y hay gente que no puede, o no quiere, asumirlo.

Y así sucede, que las parejas se rompen. Que los hijos son cuidados por otras personas diferentes de sus padres. Que bebés se abandonan en la basura. Que hay resentimiento eterno hacia la progenie.

Es curioso, pero cuando le preguntas a alguien por qué quiere tener hijos, te suele decir "Porque yo quiero...". O si le preguntas a alguien que ya los tiene, su respuesta suele comenzar por "Porque yo quería...".
MI hijo. MI proyecto (común). MI educación. MI amor. MI orgullo. MI futuro. MI aportación al mundo.

MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI MI...

Pues ahí se pueden quedar tus palabras, tus decisiones, tus errores y tus proyectos comunes. La gente es muy irreflexiva. Y cuanto más irreflexiva es, más egoísta tiende a ser, porque nunca calcula las consecuencias que sus elecciones provocan en su entorno. Ya sea su pareja, su familia, su hijo o, por qué no, su proyecto común.

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