Un conflicto

No quiero faltar a mi cita del 6 de agosto, aún estando en otro país. Concretamente, estoy en Polonia, donde hoy hemos visitado el museo y el Campo de Concentración de Auschwitz-Birkenau. Un lugar de horror relacionado, directa o indirectamente, con la masacre de Hiroshima o el tema del que voy a hablar hoy.


El tema del que quiero hablar es, ni más ni menos, que el conflicto palestino-israelí. Hay mucho escrito sobre el tema, y yo no he tenido la oportunidad de leer lo suficiente. Pero sé que es un problema que tiene difícil solución. La única solución parece la definitiva: la exterminación total de una de las dos partes, o la bomba.

Es difícil entender y explicar el conflicto. O la masacre. Pero baste decir que están involucrados tanto la ONU como la CIA. Eso da una idea de la magnitud del problema y su descontrol. Igual que pasó en Irán o Irak, los aliados de EEUU en cierto momento de la Historia, se han convertido ahora en un problema sin control. Eso, y la complicidad de la comunidad internacional para no sancionar a un gobierno que extermina a personas como si fueran menos que seres humanos, sólo por estar en un territorio que llevan ocupando generaciones. Todo ello puede consultarse en fuentes mejor informadas y más profundas que ésta.

A lo que voy es a que las imágenes que se han visto estos últimos días son escalofriantes. Personas jaleando el bombardeo y la masacre de otros seres humanos. Indiferencia y frialdad ante tanta muerte, tanta injusticia, tanta miseria. Si yo fuera judío me preguntaría si mi Dios aprobaría esa conducta.


Uno pensaría que la humillación y persecución al pueblo judío llevada a cabo por los nazis y sus aliados durante la Segunda Guerra Mundial habría enseñado humildad y solidaridad a los judíos, pero parece que las únicas características que han sobrevivido genéticamente son las que permitieron a algunos puñados de judíos sobrevivir al Holocausto: rapiña, egoísmo, odio, mirar hacia otro lado.

Es muy triste pensar que, para algunos seres humanos, otras personas son menos que insectos. Era muy triste durante la Segunda Guerra Mundial y es muy triste hoy en día en Israel. El gobierno de Israel le roba la dignidad y la humanidad, a base de bombas, a todo un pueblo que, ahora mismo, solo trata de sobrevivir. 

Las balas y las bombas no resuelven nada.
Un recuerdo para todos los fallecidos en las guerras, ya sean japoneses, judíos, israelíes, palestinos o de cualquier parte del mundo. Un recuerdo, para nunca olvidar lo que sucedió. Y también para que dejen de matar, para que no vuelva a ocurrir jamás.


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