Competencia

Desde la TV nos acribillan con esta palabra. Como si fuera el sumun, la panacea, la gloria o la respuesta. Pero la competencia solo es disputa, contienda, enfrentamiento, rivalidad, oposición. ¿Qué tiene de bueno?

Enseñamos a nuestros hijos a compartir, a cooperar, a apoyarse. ¿Por qué? Porque cuando nos apoyamos y nos ayudamos llegamos más sanos y más lejos. Porque sabemos que el egoísmo y la individualidad no aportan mucho más allá que una satisfacción personal vacía, mientras que los logros colectivos siempre son más gozosos y duraderos. La competencia del uno sólo beneficia al que gana, y además tiene un componente de humillación hacia los demás, mientras que en la cooperación todos ganan.

Y, sin embargo, vivimos en un mundo (laboral y económico) cada vez más egoísta y competitivo, donde queremos más que el de al lado y no dudamos en pisotearle, engañarle, apuñalarle. Cualquier táctica es buena: el secretismo, el presencialismo, el comeculismo. La recompensa lo vale todo, incluso quedar de mentiroso, traidor, mala persona. ¿De verdad lo vale? No hay premio que valga el quedar aislado de tu entorno, y eso lo saben bien todos los niños.

Quizás deberíamos mirar hacia atrás y aprender de los niños. Ellos disfrutan de hacer cosas juntos. De jugar juntos, de construir juntos, de inventar juntos. Y hasta negocian. Porque lo importante es llegar al final juntos. Cuando dos personas se apoyan, los proyectos salen adelante. Cuando dos personas cooperan llegan siempre más lejos. Cuando dos personas comparten, se sienten cuidadas y no se sienten solas. El poder de compartir siempre es mucho más creativo y poderoso que el poder de competir.



Cuando dos empresas compiten entre sí, ambas acaban perdiendo. Pueden perder beneficios, pueden perder consumidores, o proveedores, o incluso personal. Pero cuando dos empresas cooperan, siempre hablan de esa palabra mágica -SINERGIA- que, OH, lo vale todo para pervertir los supuestos principios del mercado. Porque cuando dos empresas colaboran entre ellas llegan a más clientes, consiguen mejores condiciones de sus proveedores y ganan más beneficios. OH, MAGIA.

Por eso te empujan a competir, a luchar, a oponerte al rival. Porque ahí perderás, ahí perderéis. Y cuando uno pierde, es más débil. Se le puede manipular, engañar, amenazar, coartar o presionar. Cuando eres débil, el fuerte te impone sus condiciones y no puedes negociar, simplemente aceptarlas. El mercado y el sistema te quieren débil, siempre compitiendo con el de al lado, para que solo puedas aceptar las migajas que te ofrece. La competencia es una mentira muy bien contada que supuestamente te proporcionará pingues beneficios, cuando solo te proveerá de pérdida y soledad.

No te dejes engañar. No compitas porque sí. Busca siempre quien quiera colaborar contigo, quien te apoye, quien esté dispuesto a compartir su tiempo y su camino contigo. Porque ahí ganarás, ahí ganaréis. Ahí seréis más fuertes. La unión hace la fuerza, no hay nada más cierto. El individualismo y la competencia hacen la debilidad. El egoísmo es peligroso. Pero se puede combatir, simplemente echando una mano a tu compañero de al lado, arrimando el hombro, ayudando, participando, compartiendo lo que tienes. Ellos temen tu fuerza. Nuestra fuerza. Compártela. Apóyame. Ayúdate. 



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