Liberalismo de Estado

Todo el mundo sabe de qué pie cojeo. Esta reflexión no sorprenderá a nadie. Y, sin embargo, a veces parece necesario resaltar lo obvio.

El liberalismo es un sistema que nunca podrá funcionar de manera efectiva. ¿Por qué? Porque siempre habrá un Estado interfiriendo en el funcionamiento del sistema. ¿Por qué hay tanta obsesión con este sistema, si sus propios ideólogos saben que es imposible? Como siempre, hay dos opciones: porque saben que pueden obtener un beneficio del Estado, o porque saben que el que mucho llora, más mama.

Los liberales propugnan un Estado lo menos interviniente posible y lo menos recaudatorio posible. Podríamos hablar de un Estado "delgado". No sabemos, porque no lo dicen, de dónde saldrían sus ingresos. ¿A quién deberían cobrar y a quién no impuestos? De eso nunca hablan, un absoluto silencio. Un Estado tan delgado que es esté prácticamente en inanición, pero que se responsabilice de las cargas que las empresas no están dispuestas a asumir. En conclusión: quieren un Estado que no recaude pero que se encargue de los parias y las personas no productivas (niños, enfermos, ancianos...). Los liberales siempre piden privatizar ciertos sectores "deficitarios", "no productivos"... si tanto interés tienen, será por algo.


Por otra parte, exigen que el Estado liberalice prácticamente todas sus competencias. Pero claro, eso sí, que luego pague por los servicios que inicialmente prestaba por sí mismo. Que se privaticen escuelas y universidades, hospitales y clínicas, centros de inteligencia, comisarías de policía, cuarteles militares, aeropuertos, carreteras, loterías y todo aquella que a uno se le ocurra. Pero eso sí, que siga responsabilizándose de dar una educación, una sanidad y una protección a todos los ciudadanos. Que pague con un dinero que nunca dicen de dónde puede venir una educación privada, una sanidad privada y una protección privada, entre muchas otras cosas.

Las empresas, lógicamente, no son hermanitas de la caridad que se dediquen a resolver los problemas de la gente (ni tampoco de sus trabajadores). Son máquinas hechas para producir y ganar dinero. Lo que debemos plantearnos es cómo emplear ese dinero. No se puede pretender, como sociedad, apartar todo aquello que no genere riqueza y dejarlo morir. O pretender que sea otro el que se encargue de ello. Aunque ya casi hemos llegado a eso: asociaciones sin ánimo de lucro que funcionan a base de donaciones, voluntarios... No es de extrañar que los trabajos más precarios y peor valorados y pagados sean aquellos relacionados con el cuidado de las personas que no son productivas: niños, enfermos, personas con otras capacidades, ancianos...


El liberalismo es un sistema contradictorio. Como todos, imagino. Al fin y al cabo, las ideas son puestas en prácticas por personas, y las personas son contradictorias. Pero el liberalismo es un sistema que falla de base, porque no puede ser puesto en práctica nunca. Sin Estado, ¿cuántas empresas estarían quebradas? Para empezar, todos los bancos. Por una crisis financiera que, no olvidemos, no inició ningún Estado, sino una empresa privada en el país más liberal del mundo. Pero fue el Estado el que rescató al sector bancario. Y rescató las carreteras radiales de Madrid. Y un largo etcétera.

Podrán lloverme mil ostias por esta reflexión, y habrá gente que me diga que estoy equivocado o que no sé de lo que hablo. Yo estoy dispuesto a reconocer mi ignorancia y mis errores. Espero que el resto del mundo también. El orgullo es una emoción que no sirve de mucho. Pero también espero que ciertas situaciones sirvan para que la gente entienda que el Estado tiene una función, que necesita dinero para ejercer esa función y que esa función es necesaria, por muy deficitaria que sea.

Otra cosa es que esa función se haga mejor o peor, pero que es necesaria y que es valiosa debe quedar fuera de toda duda. Pero escudarse en que es mejor no pagar por ella y dejarla morir es un tiro en el pie, como se está demostrando estos días de incertidumbre. Porque todos queremos tener salud y que nos curen cuando estamos enfermos, todos queremos que cuiden y eduquen lo mejor posible a nuestros hijos, y todos queremos que nos asistan y nos cuiden cuando ya no podamos trabajar. Y el que no quiera pagar por ello, entiendo que es porque tiene tanto dinero que no le importa nada la vida de los demás.


Porque de eso se trata el liberalismo. De dinero. Y de nada más. No importan los demás. No importa la vida, la salud, la educación, la calidad, la dignidad, el futuro de las personas ni de la sociedad. Un sistema que defiende poder morirte de hambre y de falta de dignidad, mejor tener algo sin dignidad que tener dignidad, porque la dignidad no produce dinero (más bien al contrario). Y eso no solo es triste, sino que, desde mi punto de vista, es bastante hipócrita y, sobre todo, repugnante.

Ningún dinero te va a devolver a un ser querido que haya muerto, ni tu dignidad como persona. Y eso es algo que debemos plantearnos como sociedad. Si vale más nuestro dinero o nuestras vidas. Si vale más nuestro dinero o nuestra dignidad.


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