Esclavos del reloj

Es curioso, pero el haber tenido durante unos meses una cantidad enorme de tiempo libre me ha hecho ser más consciente de lo esclavos que somos del reloj.

El reloj se ha convertido, sin quererlo, en una cadena invisible que nos aprisiona al sistema. Que condiciona todas nuestras acciones. Que subordina nuestras decisiones. Que limita, al fin y al cabo, nuestra libertad y nuestra vida. El reloj es la máquina que nos coarta, nos acota, nos restringe. Tengo que irme a recoger a los niños. Tengo que irme a hacerme la comida. Tengo que irme a hacer unos recados. Tengo que irme al médico.


Vivimos en una sociedad en la que el tiempo es un valor añadido. Pasamos tanto tiempo en el trabajo, muchas veces a disgusto, que valoramos mucho más el tiempo que no tenemos que pasar en él. Sin embargo, hay que dividirlo entre otras tareas y obligaciones (comprar, limpiar, cocinar, prepararse para el día siguiente...), ocio (quedar con amistades, pareja, familia, ir al cine...) y necesidades básicas (lavarse, dormir, ir al baño...). Si lo pensamos bien, gastamos más tiempo en el trabajo que en cualquiera de las otras cosas (incluso dormir).


Esto es una simple reflexión pero... ¿es este el tipo de vida que queremos? ¿Es este el tipo de sociedad que queremos? ¿Es este el tipo de libertad que queremos? ¿Es este el tipo de futuro que queremos?

Podemos romper las cadenas. Pero el tiempo... no podemos romper el tiempo.



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