Hipocresía por las venas

Hay gente que no tiene sangre, sino hipocresía, corriendo por sus venas. Gente que te sonríe y te dice que luchará por lo tuyo mientras te mete la mano en el bolsillo. Gente que afirma una cosa, haciendo gala una superioridad moral intachable, mientras hace justo la contraria. Gente que te miente mientras se cree sus propias mentiras.

Lo peor es que la hipocresía está institucionalizada. En nuestra forma de vida. En nuestras mentes. En nuestras relaciones. En nuestro trabajo. Llevamos la hipocresía tatuada en la piel, en el aliento y en el alma. Todo parece tan falso como un frágil castillo de naipes que se caería con un simple estornudo. Pero tiene bases sólidas. La hipocresía es como una mala hierba de profundas raíces, difícil de arrancar e imposible de erradicar.


Me hierve la sangre, perdón, la hipocresía, de las noticias que veo, las conversaciones que escucho, los artículos que leo y el ambiente que respiro. A veces me entran ganas de cortarme las venas sólo por vaciarme de tanta falsedad que acumulo.

Y así nos va.

 

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