Opresión

¿No te sientes oprimido?

Te oprime la ropa. Te la cambias, pero te sigue oprimiendo. La tiras, compras otra nueva... pero te oprime. El pijama te oprime. Las bragas te oprimen. Los pantalones te oprimen. La chaqueta que te compraste una talla más grande te oprime. Los calcetines de salir a correr te oprimen. Las sábanas de la cama te oprimen. Necesitas desnudarte, y aún así te sientes oprimido.


Te oprime la comida. Ese solomillo te oprime el estómago hasta hacerte sentirte mal. Pero también te oprimen las cinco piezas de fruta diarias. Te oprimen los yogures. Te oprimen las ensaladas. Te oprime el pescado fresco del mercado. Te oprimen los langostinos de las cenas navideñas. Te oprime el vaso de agua que miras con desidia. Necesitas vomitarlo todo, y aún así te sientes oprimido.

Te oprime el consumismo. Los anuncios de lencería te oprimen. Los anuncios de hamburguesas te oprimen. Las pases de modelos te oprimen. La primavera de El Corte Inglés te oprime. Los telediarios, con sus noticias fatídicas, te oprimen. Los tintes para el pelo te oprimen. La moto de tu vecino te oprime. La última canción del verano te oprime. Necesitas escapar de esta sociedad, y aún así te sientes oprimido.


Te oprimen los prejuicios. Las miradas de desaprobación de oprimen. La forma de vestir de los demás te oprime. La opinión de tu compañero te oprime. El color de tu propia piel te oprime. Las creencias religiosas de medio mundo te oprimen. Las entrevistas de trabajo te oprimen. El olor de tu desodorante te oprime. El maniquí del escaparate te oprime. Necesitas alejarte de los ojos ajenos, y aún así te sientes oprimido


¿No sientes que las costuran de la ropa holgada que llevas están a punto de estallar? ¿No sientes que tu estómago vacío está a punto de estallar? ¿No sientes que tu cuenta del banco en números rojos está a punto de estallar? ¿No sientes que tu alma vacía está a punto de colapsar?
Dime, ¿de verdad no te sientes oprimido?






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