Un monstruo de tres cabeza

Es difícil enfrentarse a un monstruo de tres cabezas. Sobre todo si las tres cabezas te atacan a la vez. Así me he sentido yo estos últimos meses. Una lucha continua, una batalla diaria contra el cansancio, la desesperación, la soledad, la falta de ganas.

Te levantas cansado y desmotivado. No puedes enfrentarte a ocho horas delante del ordenador, sin motivo. El trabajo te chupa el alma y solo te devuelve el hueso. Vuelves a tu casa y te pones a leer, a pensar, a investigar, a repasar. El cerebro se te embota. Te sientes saturado hasta la punta de los dedos. Sigues hasta las tantas de la noche. Te acuestas tarde, agotado y pensando qué narices estás haciendo con tu vida. Te sientes solo, sin apoyo, sin referencia, sin ayuda. Cada pequeño paso cuesta horrores. Cada pequeño cambio parece un terremoto. Todo es angustioso. El futuro se vuelve plano y cada pequeño imprevisto es como una montaña.

Y aún así te levantas, y vas a trabajar, y vuelves y te pones a leer o lo que haga falta, hasta las tantas de la noche, angustiado y sintiéndote perdido. Preguntándote si todo el esfuerzo vale la pena, si habrá recompensa después de tanto sacrificio, angustiado por las posibles respuestas. Con la sonrisa recubierta de excusas y lo sientos. Buscando un apoyo, un abrazo, una palabra amable, pero solo escuchando el viento vacío del desierto. Sintiéndome agotado, desmotivado, olvidado.


Esfuerzo. Sacrificio. Lucha. Fuerza de voluntad. Constancia. Entrega.

Son palabras que se pueden aplicar a muchos aspectos y situaciones de la vida. Como enfrentarse a un monstruo de tres cabezas.



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