Yo (no) soy radical

El otro día charlaba con una amiga sobre las posiciones que adoptamos ante determinadas situaciones en la vida, y llegué a una conclusión bastante sencilla: las posiciones radicales solo conducen a situaciones insostenibles.

Una posición radical es, en sí misma, una posición extrema. Una línea que no se puede cruzar. Un compromiso no negociable. Lo que conduce a una posición inmóvil, negándose en el ceder, centrada en el ego y en el yo, exenta de responsabilidad hacia el otro.

Muchas veces pensamos que dos posiciones radicales chocan entre sí. Pero una única posición radical choca con todas otras aquellas posiciones que no coinciden con ella. Por lo tanto, el radicalismo no es un problema de dos, sino de uno, que no está dispuesto a negociar, ceder o reconsiderar su posición.


De esta manera, una idea radical, una posición extrema, se convierte en un pilar contra el que se choca una y otra vez, hasta que se trae un bulldozer y se elimina por la fuerza. Curiosa la metáfora, ya que viene a reflejar que hay ideas que no se pueden cambiar, pero sí eliminar a lo bruto. El genocidio o la tortura son ejemplos perfectos.


Esto de ser radical es un tema político candente y actual. Sin embargo, es extrapolable a las relaciones humanas cotidianas: compañeros de trabajo que no ceden en sus posiciones, parejas que no saben negociar y ceder, familiares que solo piensan en sí mismos o que creen en un dogma (el que tú prefieras) por encima de las libertades, entrenadores deportivos obcecados en sus ideas, cuñados que siempre tienen la última palabra.

Es necesario ser más escéptico. Pensar que la verdad no es sólo una, y que siempre hay múltiples opciones. Porque las hay, aunque a veces no seamos capaces de verlas, o no sean fáciles de tomar. Porque normalmente la opción fácil es mantenerse uno en sus trece, no ceder, volverse un radical de sus ideas, defenderlas a morir aunque sea absurdo.

Porque absurdo es no escuchar a los demás, negociar, llegar a entendimientos, entender que la vida se comparte y que juntos se llega más lejos. Porque el absurdo de ser radical nos inmoviliza y no nos deja avanzar, nos lleva a caminos sin retorno y nos conduce a situaciones insalvables donde nadie, y todos, parecen tener la razón. Pero nadie tiene la verdad absoluta, las cosas no son tan sencillas como a simple vista parecen y siempre tenemos más de una opción para elegir


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