Cumpleaños

Aún recuerdo mis cumpleaños cuando era pequeño. Llevaba unas chuches al cole y le daba una a cada compañero de mi clase. Mis padres alquilaban un local que había en la comunidad del edificio. Colgábamos unos adornos del techo y las paredes. Mi madre preparaba medias noches y mi padre compraba refrescos. Jugábamos al juego de la silla y al Gestos. Invitaba a mis amigos de clase y a mi vecino. Corríamos, gritábamos. Lo pasábamos bien.


Otras veces invitaba a menos amigos y mi padre nos llevaba a cenar al McDonalds, al Burger King o al Pizza Hut que había cerca de casa. Pero ahí no podíamos jugar al juego de las sillas ni al Gestos ni correr ni gritar. No era tan divertido, pero lo pasábamos bien.

El día que cumplí 18 años llovía en Madrid. Y vaya que si llovía. Hice una convocatoria pero no vino apenas gente, entre la lluvia y el puente. Fui a un chino y compré unas litronas. El dependiente me pidió el DNI y me felicitó. Acabamos en un bar extrañísimo bebiendo cervezas que íbamos rellenando disimuladamente con las litronas que había comprado y que llevábamos en una mochila.

Los años siguientes celebré mi cumpleaños en la Plaza del 2 de Mayo. Una de esas veces hacía mucho calor. Un latero ofrecía cervezas, pero yo me había quedado con hielo para el kalimotxo, así que le dije que no quería cerveza, que quería hielo. Y al cabo de 5 minutos apareció con una bolsa de hielo. Gritábamos, bebíamos. Nos lo pasábamos bien.


Otro de esos años intenté besar a una amiga del colegio. Huyó de mí sin saber por qué. Luego me contó que el día anterior había empezado a salir con un amigo, pero yo no lo sabía en ese momento. Hoy en día están casados y estuve en su boda el pasado septiembre.

Al año siguiente yo volvía del Viñarock y aprovechando la coyuntura me llevé la nevera llena de cervezas y hielo a Tribunal. Esa noche conocí a una chica a la que le di una cerveza a cambio de hacerse una foto conmigo. Actualmente todavía tengo esa foto y esa chica sigue siendo mi amiga.
Más tarde alguien le tiró una botella a la policía y se lió pero que bien parda. Cargas policiales, bombas de humo, barricadas, cubos de basura ardiendo... Me llevé un porrazo en la boca y perdí mi abrigo. Iba bastante borracho. Durante unos años ya no se pudo beber en las calles de Tribunal.


Con 25 años mi pareja de entonces me organizó una fiesta sorpresa. La verdad que me quedé muy loco y fue el cumpleaños más especial de mi vida. Vino gente que no habría esperado, a pesar de que era puente. Fue sin duda el mejor regalo de cumpleaños que me han hecho nunca. Cuando cumplí los 30, me volvieron a hacer una fiesta sorpresa, aunque no fue lo mismo. Bebíamos, recordábamos viejos tiempos. Lo pasábamos bien.

Hace dos años decidí irme a Berlín a estar con una amiga, a ver el Berlín que los turistas no conocen (aunque también hice turismo). Estuve en casas okupas, en manifestaciones. La policía cargó y casi me vuelvo a llevar un porrazo. Detuvieron a un amigo y lo llevaron a una comisaría. Me pasé la noche de mi cumpleaños en la puerta de la comisaría esperando noticias del chico. Lo más especial fue que las compañeras de piso de mi amiga compraron una magdalena y me cantaron el Cumpleaños Feliz en alemán a las 12 de la noche, iluminados por unos mecheros, frente a una comisaría.


El año pasado... el año pasado no lo celebré. No tenía tiempo ni ganas. Mayo siempre es un mes complicado y mis circunstancias lo complicaban todo todavía más. Veremos este año. Hay que resarcirse. Beberemos, reiremos. Lo pasaremos bien.

Comentarios

Entradas populares