Cuando algo te gusta
En la vida nos gustan muchas cosas. Algunas son modas pasajeras, que apenas dejan un poso de recuerdo y vergüenza. Algunas terminan por cansarnos, de tanto repetirlas. Otras nos las enseñan las personas que caminan junto a nosotros, mostrándonos una visión del camino que no conocíamos. Y otras, pocas, aparecen y se quedan en nuestra piel para siempre.
Cuando algo te gusta de verdad, no lo recuerdas con bochorno, sino con orgullo. Te acompaña en la memoria con una sonrisa. Te vuelve a poner la piel de gallina cuando piensas en ello. Te hace saltar y vibrar cada vez que lo vuelves a experimentar. Pides una más, aunque solo sea una más.
Hay cosas en la vida que nos gustan, pero no llegan a gustarnos de verdad. Como esas canciones comerciales que están tan trilladas que no te animan ni a tararearlas. Como ese capítulo de los Simpsons que dejas puesto con desgana porque no echan nada mejor a la hora de comer. Como esas horas de gimnasio que haces casi por obligación. Como esas conversaciones a la hora del café en el trabajo. Como esas noches de sexo mecánico con tu amante de turno. Esas cosas son sólo pequeñas gotas de aceite en un mar de monotonía.
Las cosas que te gustan de verdad son esos poemas que relees y te vuelven a partir el corazón. Son esos minutos sobre la pista compartiendo pasiones con tus compañeros. Son esas películas que vuelves a ver los sábados por la noche aunque las has visto decenas de veces. Son esas canciones que nunca te cansas de escuchar en la radio o en los bares. Son esos libros que hueles y relees como cuando eras un niño. Son esas comidas que siguen estallando de sabor en tu boca cada vez que las pides. Son esas noches bajo unas sábanas con la persona que amas. Son esos sueños que nunca alcanzas, pero que siempre persigues.
Cuando algo te gusta, se te nota.
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