Antisistemas
Un concepto que se escucha mucho últimamente en los mítines políticos es el término "antisistema". Que si unos son antisistemas, que si el sistema es antinosotros... En realidad, ambas afirmaciones son las dos caras de una misma moneda.
Nacemos, sin que nadie nos pregunte ni nos pida permiso, en un mundo devastado por el egoísmo y la codicia. Nos ponen un número nada más nacer, nos envían a una escuela de adoctrinamiento, nos bombardean con información absurda y con mensaje consumistas y costumbristas. Después nos envían a la universidad, donde nos explican nuestro lugar en el mundo.
Desde que nacemos, nuestra vida está planificada para servir a un sistema que ha sabido reinventarse y hacerse más fuerte con el paso de los años. Nadie entiende ya el mundo sin capitalismo, sin empresas, sin riqueza, sin dinero. Y, sin embargo, el dinero apenas tiene unas decenas de cientos de años. El capitalismo, unas pocas centenas. Son inventos más bien modernos comparados con la Historia de la Humanidad.
Y, sin embargo, nos moldean para convertirnos en piezas que buscan su lugar en el puzzle, que buscan la manera de encajar dentro del gran sistema y ser parte integrante y productiva del mismo. El sistema se perpetúa a sí mismo con cada nuevo esclavo que producen las escuelas, las universidad, las empresas... y las familias.
¿Qué es un antisistema? Simplemente una persona que entiende que puede existir otro sistema y que aspira a él. En cierto modo, todos somos antisistema ya que aspiramos siempre a algo mejor, pero casi nadie se autodenomina así. "Antisistema" ha terminado por convertirse en un término peyorativo y despectivo.
Yo aspiro a un mundo diferente. A un mundo que yo considero mejor. Un mundo donde el dinero, los números y los puzzles carezcan de sentido. ¿Soy un antisistema? Por supuesto que sí, yo soy un antisistema de ESTE sistema.
Y ahí es donde radica la importancia de todo.
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