La (in)corrección del lenguaje
El lenguaje políticamente correcto se está imponiendo a las antiguas formas de hablar, donde lo primario era el contenido y no el continente. Cada vez más le damos más importancias al envasado del mensaje que al mensaje mismo. No hay más que encender la televisión, o la radio, o leer el periódico, para darse cuenta de que con muchas palabras grandilocuentes se puede decir absolutamente nada.
La lengua se está llenando de eufemismos. La palabra "eufemismo" es, en sí misma, un eufemismo. La educación y la cortesía en el lenguaje están acabando con el lenguaje mismo. Utilizamos perífrasis, alusiones, circunloquios, indirectas o rodeos para evitar utilizar determinadas palabras "ofensivas". Y yo me pregunto, ¿ofensivas para quíen?
Como siempre, todo en esta vida es relativo. Que te ofenda o deje de ofender una palabra, una frase, un concepto o una idea depende de lo cerrado que seas de mente. Si emplear palabras ambigüas para disimular lo que queremos decir, ¿cómo podemos asegurarnos de que alguien entienda lo que queremos decir?
¿Nunca te has preguntado por qué hoy en día hay más malentendidos que nunca? Pretendemos no ofender a nadie y al final el mensaje se pierde entre tanto batiburrillo, tanta disculpa, tanto "lo siento" expresado a media voz, tanta palabra vacía.
Eso es lo que tiene no llamar a las cosas por su nombre.
Por eso reivindico desde aquí volver a utilizar la crudeza del lenguaje, el ser directos, francos y claros, y dejar únicamente los eufemismos para esos politicuchos, mercaderes y demás calaña que pretende decir mucho sin apenas decir nada.
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