El Gran Circo
Pagamos nuestra entrada al nacer para ver, cada día de nuestra vida, el espectáculo único, inigualable, extraordinario, inimitable. Pero también grotesco, ridículo, irrisorio. Es el gran circo.
El gran circo siempre empieza con un espectáculo de luces y un discurso grandilocuente, pomposo, rimbombante, lleno de grandes promesas. Luego se suceden, poco a poco, los números más excéntricos, extravagantes, insólitos. Incluso dementes. Pasan por el escenario domadores, payasos, contorsionistas, forzudos, mujeres barbudas, malabaristas, equilibristas, magos, titiriteros, zancudos, acróbatas, escapistas, hombres bala, mentalistas, ventrílocuos, faquires, jinetes, tragafuegos... La oferta es prácticamente ilimitada, multitud de disciplinas.
Sin embargo, en el gran circo hay algo que no cuadra. Entramos bajo la gran carpa sin que nos pidan opinión. Escuchamos un sermón que no nos interesa, plagado de falsas esperanzas. No falta el asombro genuino. Las risas se suceden, sí, pero los que se ríen son los actores que están en el centro de la arena. Y se ríen de los espectadores. Porque los espectadores somos nosotros, y el gran circo viene con un subtítulo oculto: El Gran Circo de la Política.
En El Gran Circo de la Política, los candidatos de cada partido nos dan la bienvenida con sus discursos repletos de falsas promesas. Los payasos, politicuchos inútiles chupando del bote, se hartan a hacer payasadas y a reírse de los espectadores, mientras se tiran la tarta unos a otros. Los ministros domadores meten la cabeza dentro del león de las energéticas, pero nunca muerden porque ya se han saciado de ayudas y déficits tarifarios. Los escapistas estafan y roban, fugándose sin que nunca recalen ante la Justicia. Los forzudos dicen arreglar el paro y la economía, mientras que lo único que doblan son la interpretación de las estadísticas. Los contorsionistas se mantiene aferrados al poder a pesar de estar salpicados en escándalos de corrupción. Las mujeres barbudas piden ayuda a la Virgen María. Los magos hacen sus trucos, pero todos sabemos que en el fondo del sombrero de copa hay un agujero de millones de euros de deuda pública. Los mentalistas te convencen de que son los mejores para el puesto, ocultando así sus carencias. Los ventrílocuos nunca se cansan de cambiar de voz en el Congreso mientras dicen "y tú más", "y tú antes", "y tú ésto y tú lo otro". Los hombres bala son esos que, metafóricamente, llevan balas en los bolsillos mientras te desahucian de tu casa. Los jinetes lo ven todo desde su silla acolchada, sin que la mierda les salpique.
El circo solo es una metáfora del sistema. Y nada de ésto sería posible sin tu voto. Así que dentro de cuatro años, recuerda volver a pasar por el aro como hacen las fieras amaestradas.
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