Sueños de mierda

Estaba el otro día hablando sobre el significado de los sueños y se me ocurrió una teoría basada en ningún hecho científico más que en mi lógica bizarra: los sueños no tienen más significado que la mierda que cagamos.

Me explicaré. Todo lo que expulsa el cuerpo, ya sea pelo, mocos, legañas, pus, orina o excrementos, son productos de desecho del cuerpo humano, excretadas al exterior en múltiples maneras. Por tanto, de la misma manera que los excrementos son los desechos de lo que comemos, los sueños son los desechos de la información que procesa el cerebro.

Cada día, absorbemos cantidades ingentes de imágenes, sonidos, olores, estímulos... Nuestro cerebro procesa, diferencia, almacena y da significado a gran parte de esa información. Pero no todos los datos que recibimos tienen sentido, ni son útiles, ni tienen significado. El cerebro debe tener alguna manera de desecharlos y expulsarlos. ¿Y qué mejor manera que mientras el cuerpo descansa?

Puede que esta teoría carezca de fundamente científico, pero no de algo de lógica. ¿Cómo si no podríamos filtrar toda la información que percibimos cada día a través de los sentidos? ¿Cómo separar el grano de la paja? Nuestro cerebro expulsa todo aquello que no le vale, y lo hace cada vez que dormimos. Cuando recordamos los sueños vemos cosas extrañas, situaciones inverosímiles, que se olvidan a los pocos segundos de despertar. Por algo será.

¿Cuánta gente ha perdido su vida intentando interpretar los sueños? Persiguiendo darle forma a algo que, en mi opinión, no la tiene. ¿Has visto a algún curandero tratando de desvelar el futuro leyendo en sus heces? Los supuestos interpretadores de sueños tienen para mí el mismo rigor científico.

Y, al final, la respuesta más sencilla en esta vida es que, si algo tiene miles de significados dependiendo de a quién le preguntes, en el fondo es que realmente no lo tiene. Como la sonrisa de la Gioconda. ¿Cuántos estudios se han publicado sobre el posible significado de su enigmática sonrisa? Lo más seguro es que Leonardo Da Vinci simplemente quisiera reírse de todas las generaciones venideras.