Crupieres del dolor

"Gobernar, a veces, es repartir dolor." Son palabras del actual Ministro de Justicia, el señor Alberto Ruiz-Gallardón.

Así, cual crupieres de casino, se deben sentir los señores políticos, los señores jueces, los señores policías. Y, por qué no, los señores banqueros y los señores empresarios. "Repartir dolor" es lo que hacen, es una definición precisa y poco metafórica de su ingrato trabajo. Debemos compadecernos de ellos, que toman decisiones muy difíciles, impopulares, inmorales o que van en contra de sus propios principios, y a cambio lo único que reciben son protestas, insultos, quejas, reproches, críticas, abucheos, ingratitud.

"Repartir dolor" es lo que hacen desde sus tronos y sus altares, ya sea en forma de leyes injustas, de sentencias inmorales, de porrazos indiscriminados, de cláusulas abusivas o de despidos improcedentes. Qué pena me dan. Me dan lástima, me producen compasión. Las cartas van saliendo sobre la mesa, de manera aleatoria. Hoy dolor para ti, para éste, para aquel. Ah, pero no hay dolor para ellos, nunca para ellos. Son el crupier y ellos reparten. Saben cuántas barajas manejo, saben si faltan cartas, se conocen todos los truquillos del gremio. 


Reparten dolor y exigen sacrificio, esfuerzo, comprensión, tolerancia, indulgencia. Piden perdón por sus errores aunque los comentan repetidamente una y otra vez, sin aprender nunca. Se han acostumbrado a recibir siempre una segunda oportunidad y a no predicar con el ejemplo ya que ellos han renunciado a los placeres mundanos de la vida para dedicarse a la ingrata tarea de "repartir dolor".

Oh, pobres de ellos, que renuncian a un puesto en una institución privada donde cobrarían mucho más, para dedicarse en cuerpo y alma a la gestión y ejercicio de lo público. Oh, pobres almas descarriadas, que rehúsan un contrato privado porque su corazón los encamina a un puesto temporal y mal pagado. Oh, creo que me equivocado y es justo al revés, que el puesto temporal y mal pagado resulta ser el que se obtiene al firmar un contrato privado.

Acumulan a su alrededor todas las bondades y maldades del mundo, todos los placeres y pesares, todas la legitimidad y la injusticia, toda la honradez y la corrupción. Lo concentran, lo reúnen, muy a su pesar, para repartirlo después. Pero lo único que reparten es dolor.


Comentarios

  1. Es una situación bastante triste la que estamos viviendo, en el que la política y el ciudadano hablan idiomas distintos.

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    1. "Cada uno utilizamos diferentes idiomas, pero los dos sabemos de que estamos hablando"
      http://www.youtube.com/watch?v=6zlDr8xh9c8

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