La imaginación como límite
Leer te hace libre de muchas maneras diferentes. Un libro es una ventana hacia el mundo y hacia otros mundos. Hacia el tiempo y hacia otros tiempos. Leer hace trabajar a la herramienta más poderosa de la raza humana: la imaginación.
La sociedad ha evolucionado hasta este punto gracias a la imaginación. Hay ciertos obstáculos que no podemos superar debido a la limitación tecnológica. Sin embargo, eso no ha impedido que los seres humanos hayan pensado ya qué hacer en nuestro futuro y cómo hacerlo. ¿Por qué? Porque el mundo de los sueños es ilimitado, no está sometido a las trabas físicas y económicas que nos impone el mundo real.
Cada vez que abres un libro te ves transportado y liberado. Quizás el mejor símil entre un libro y la libertad es el acto de abrir la mente. Abrir la mente a otras épocas, otras culturas, otras civilizaciones, otros mundos, otros futuros, otros pasados, otros presentes, otras historias, otras opiniones, otras ideologías, otras filosofías, otros modos de vida, otros sueños, otras ilusiones, otras ganas, otras victorias, otras derrotas, otras pinceladas sobre lienzo negro, otros sentimientos atrapados en papel.
Leer es aprender, comprender, aprehender y comprehender. Leer te permite viajar sin salir de tu habitación, soñar sin dormir, transmutarte sin magia, tener orgasmos sin hacer el amor, desaparecer sin morir, ser feliz en cualquier momento, bailar sin moverte del sitio, compartir sin conocer, desear sangre sin ser un vampiro, reír con algo triste, temblar sin tener frío, madurar sin crecer y vivir estando muerto. Un libro te abre las puertas de todo lo conocido y lo desconocido, de las leyendas, la mitología, la Historia y el Futuro. Un libro es un amigo que nunca te abandona y que conoces mejor que a ti mismo.
Aunque las palabras se puedan atrapar con tinta y encerrarlas en hojas de papel, leer te hace libre. Porque las palabras, aunque presas, son libres de ir hasta donde nadie ni nada ha llegado. Donde solo algo tan inmaterial, poderoso, único e invaluable como la imaginación es capaz de llegar. Donde todos y cada uno de nosotros puede llegar si se lo propone, porque todos podemos ser libres cuando entramos a una biblioteca, cuando olemos un cómic recién impreso, cuando recorremos el lomo de ese viejo libro de páginas amarillentas o, sencillamente, cuando cerramos nuestros ojos. El único límite que existe es nuestra imaginación.
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